Recordemos lo que ya se comentó en el 1er. post sobre Percepciones y estereotipos, los estereotipos de género no son ni universales ni atemporales. Por lo tanto, los mensajes son los imperantes en el momento actual. Y, ¿qué es lo que no falta en el «momento actual»?, la publicidad.
Por ello, y siguiendo con el tema iniciado en el 1er. post, vamos a fijarnos en dos elementos que, muy a menudo, se repiten en la publicidad de perfumes. Los dos tienen que ver y son transmisores de mensajes estereotípicos.
El primero es rápido de comprobar; la mujer vista y usada como mujer objeto, adornando los productos que se anuncian y no al revés.
La mujer aparece como mero reclamo estético. Así, este tipo de anuncios suele presentarnos mujeres ideales, modelos esbeltas, jóvenes y atractivas que representan aquello a lo que debemos aspirar para alcanzar la felicidad.
Esta publicidad nos vende el cuerpo como objeto de culto, y la búsqueda de la perfección del mismo como único camino para alcanzar la felicidad.
El segundo elemento es más sutil y tiene que ver con las «virtudes» y «defectos» de cada sexo. El mensaje lo transmite el propio perfume y el frasco que lo contiene.
Vamos a verlo con un ejemplo concreto.
He aquí lo que aconteció ...
Estaba paseando y un aparador de una perfumería atrajo mi mirada. No pude resistir hacer una foto de un perfume para mujer y otro para hombre que allí se mostraban. En mi opinión eran dos símbolos que, muy vívidamente, representaban los estereotipos de mujer y hombre que no sólo son actuales sino que en muchos sectores están al alza. Si miráis la foto, enseguida sabréis cual es cual.
El perfume para la mujer
Qué vemos… En la caja, dos letras XS y detrás una imagen de una mujer. Su cuerpo no se ve totalmente pero sugiere que podría estar desnuda.
Delante, el perfume en sí, recipiente ovalado, color rosa con toques dorados y con una serpiente, también dorada, que lo envuelve desde el cuello y cae por delante.
Ahora pasamos a lo que percibimos o se pretende que percibamos, y recordad que la sensación es objetiva pero la percepción no.
Una “…la campaña que presenta esta nueva esencia combina sofisticación con provocación, lo hace mezclando las líneas suaves del frasco que contiene el perfume con la tentadora serpiente que lo rodea en su parte superior y con la imponente presencia que se adivina desnuda de….”
Y otras dicen “…de aire oriental, muy envolvente y romántica, muy seductora y, en definitiva, muy femme” .
Aquí vamos a hacer una suposición… que el uso de “femme” en lugar de “mujer” es porque queda más «chic». Tal vez a a Francia se la siga considerando el culmen de la sofisticación.
Las creencias anteriores a las grandes religiones relacionaban la serpiente con la “sabiduría y la fecundidad”. Un símbolo que acoge la comprensión de la totalidad filosófica del Universo.
Para los antiguos israelitas, la serpiente era un símbolo de la renovación del ciclo de la vida. Fueron los primeros cristianos que la identificaron con la figura del demonio.
Pero el Eclesiastés, libro del Antiguo Testamento, nos dice: “No hay peor veneno que el veneno de la serpiente. Toda maldad es poca junto a la de la mujer”.
En el Medievo todo ser sobrenatural era considerado demoníaco mientras no se demostrara lo contrario. Es entonces cuando la tríada Diablo-Mujer-Monstruo converge en el imaginario simbólico para constituir una unidad poderosa y demoníaca. Así “la ramera del Apocalipsis” se identifica con la serpiente, símbolo ya de sexualidad maléfica y uno de los seres malditos para la Iglesia cristiana. ( Kappler,1986).
Y en la actualidad, en el ambiente cultural judeo-cristiano, o sea, el nuestro, encontramos una amplísima mayoría de personas con ofidofobia. Es decir, la emoción que produce al verlas es de repulsión y de miedo.
Pero también atraen, son sinuosas, misteriosas, elegantes incluso muy bonitas con esos colores y dibujos tan sugerentes.
Qué se ve en la caja, una frase … XX (es la marca) «Sperit of de Brave intense» (nombre del perfume).
El recipiente… una mano de color muy oscuro cerrada en puño, con un tapón que sobresale de él.
¿Lo que percibimos? o ¿lo que pretenden que percibamos?
En una web leemos…
«Puede apoyarse de tres formas en una superficie, semejando un puño en alto, un puño sujetando una palanca o una mano agarrando un manubrio de moto. El diseño refleja con el puño los ideales de coraje, fuerza y convicción (un valor para cada posición que puede tomar la botella)…»
Y otra opina que …
“ El hombre XX es moderno y actual, es diferente y le gusta provocar. Es una fragancia exclusiva para hombres con fuerza, coraje y convicción; la decisión de saber lo que quiere y de luchar por conseguirlo. Es el símbolo del éxito, de la seguridad en uno mismo y de la energía..»
Otra más….
«Para hombre de ciudad, activo, carismático y con mucha fuerza interior..»
De los hombres no he podido hallar ninguna información relevante para el tema que nos ocupa.
Ni en el pasado ni en la actualidad, hay información que los identifique con elementos extremadamente negativos como sí sucede con las mujeres.
Como hemos podido comprobar en este ejemplo con las serpientes.
No se puede negar que el hombre también queda marcado por estereotipos de género pero, a mi entender ,y creo que el de muchas y muchos, la mujer lo ha sido y lo es de forma más acusada.
Parecería pues que, sea hombre o mujer, a la persona que quiere ser tratada como normal no le queda más remedio que aceptar la identidad de género prescrita por la mayoría social.
¿Así nos percibimos a nosotras mismas?
¿O más bien sería que así se quiere que nos percibamos?
¿Y así quieren percibir las mujeres a los hombres?
Y ellos ¿Qué quieren?
Para acabar con esta observación, porque llamarlo análisis seria pecar de engreimiento… Os incito a que también tengáis en cuenta las frases escritas en las respectivas cajas. XS en la mujer y Spirit of de Brave en la de él.
En el 3er.post sobre las percepciones,»Percepciones. Estereotipos» se describe brevemente el Guion de Vida, un constructo acuñado per Eric Berne, psiquiatra, que puede aportar alguna aclaración de las raíces del imperativo que nos obliga a «ser aceptado o aceptada«